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FINCA DE LOS PERALES. Casa de Entrerrios.
Localizada en el término municipal de La Coronada, está
rodeada de los inmensos pastizales del territorio de la Serena. Pastizales de
calidad suficientemente reconocida desde tiempos inmemoriales, tanto en calidad
como cantidad, hicieron del lugar, aposentos del hidalgos y terratenientes,
mandando a construir impresionantes complejos arquitectónicos como este u
otros, con gran semejanza, ejemplo La Casa Grande del Bercial (Helechal).
Sus orígenes están datados en el año 1781, todo según el epígrafe
situado en el dintel de la portada principal de la edificación. Haciendo un
poco de historia, estos territorios estuvieron bajo el dominio de la orden del
Temple, pasando posteriormente a la influyente Orden de Alcántara, siendo por
el año 1494, cuando el rey de Castilla impone su dominio sobre la renombrada
Real Dehesa de la Serena, es cuando finalmente entran en escena las grandes
fortunas, terratenientes de la época, adquiriendo estos territorios, entre
ellos el Marquesado de Perales.
El complejo arquitectónico se estructura sobre una base
rectangular, alargada orientada de este a oeste, armonizada sobre cuatro
grandes patios, entorno a los mismos se articulaban las diversas dependencias
que forma el complejo edificado.
En su núcleo central de la distribución, encontrados la
vivienda del marques, se accede a ella por la puerta principal, adintelada en
granito y flanqueada por dos bancos esculpidos en una pieza, con vistas al sur,
orientación principal de la edificación. En el interior, a través de un zaguán
llegamos a un patio central, desde el cual se accede a los diversos aposentos
de los marqueses, con dos salas de estar, dormitorios y aseos y comunicación
directa con cocinas y casa del mayoral encargado de la finca.
Como una curiosidad, se observa, cerca de la portada
principal, otra portada ciega, toda ella tapiada, de grandes dimensiones, donde
destaca sus imponentes dinteles de granito, su función originaria era el acceso
del otro edificio destacado del conjunto, la ermita, con retablo policromado y
una talla del Buen Pastor. Existe otro acceso interior, desde la vivienda,
donde sus inquilinos arribaban a través de un zaguán. En fachada está colocado
un escudo heráldico, con motivos perteneciente al linaje del marques de Perales
del Rio, esculpido en piedra, remata la ermita con campanario y espadaña con
cruz de hierro de La Orden de Alcántara.
Las zonas restantes encontramos, lavandería, hornos para
fabricación de pan estancias para el ganado, zona de esquileo del rebaño y
viviendas para empleados y servidumbre. Todo estructurado, dando ideas de lo
que representaría en sus épocas de apogeo.
Su enclave está posicionado entre los cauces de los ríos
Guadiana y Zújar, lugar de paso y frecuentado por antiguas civilizaciones,
muestra de ello es el lienzo de calzada romana que se aprecia en sus
alrededores, comunicando la misma las ciudades romanas de Mérida y Toledo. Con
posterioridad, son la utilización como vías pecuarias el destino de su uso,
tales como La Calzada Real Leonesa o el Cordel Serrano.
Aunque este cortijo tuvo actividad hasta mediados del siglo
pasado, hoy llega hasta nosotros en no muy buen estado de conservación, aun
así, hay que destacar la intervención de sus actuales propietarios en la
rehabilitación de las cubiertas, apreciándose un estado de abandono y declive
continuo, ejemplo la desaparición del almacén, gallineros y su patio interior.