En las puertas de La Serena, nos encontramos con La
población de La Haba, nada más llegar, ya en su fisonomía constructiva percibes
que atrae, encontramos un lugar, donde ves, que a pesar de todas las
modernidades aplicadas hoy en día a la
construcción, se sigue manteniendo ese halo de enclave rural, de pueblo
singular, muy identificado a la comarca.
En sus calles, han desaparecido los carros, no quedan indicio del paisaje rural
de antaño, pero el encanto de “la Jaba” con en el pasado se le llamaba por aquí,
sigue impresionando al visitante, cualquiera
que patee sus calles, plazas o cualquiera de sus rincones, le llamará la
atención el sosiego que se palpa, todo ello invita a tomar un descanso sin
tiempo, o a pasear por allí, descubriendo sobre todo sus casa solariegas, con
sus impresionantes portadas graníticas, esparcidas, por su casco urbano, en cualquier esquina puedes encontrártelas,
te aparecen a la vista, no crees encontrártela por allí. En estas viviendas, algunas de más presencia
constructiva, destaca la colocación en sus fachadas de imponentes escudos y
blasones, sobre todo fabricados en granito, no dejar de haber en material como
el mármol, en su tiempo no era banal su presencia, marcaban la presencia de
familias de hidalguía y nobleza, dando a conocer su abolengo en la sociedad de
la época.
Destacar para visitar, en la población, como arte religioso,
su iglesia, bajo la advocación de Juan Bautista, alberga en su interior una
talla, de la virgen de Valvanera, de origen desconocido, y su pila bautismal
apoyada sobre columna pedestal, de origen romano, con inscripciones. Construida
sobre una terraza, destacan sus sillares de granito, y mampostería, fue
promovida por un personaje muy influyente en la comarca, Juan de Zúñiga, noble
de su tiempo, maestre de la Orden de Alcántara y sobre todo humanista,
sabiéndose rodear de personajes sabios en su tiempo, allá por finales del siglo
XV, comienzos del XVI.
No podemos dejar atrás, el convento, mandado construir por
los condes de Orellana, con el fin de atender a mendigos y ancianos del lugar.
En obra civil sobresale su actual Ayuntamiento, fue
edificado aprovechando la construcción del antiguo Pósito, actualmente
rehabilitado, sus orígenes datados en el siglo XVIII sirvieron, como todo los diseminados
por la comarca, de almacén de leguminosas y cereales para el suministro de sus
pobladores.
Abandonamos el pueblo, pero no su término municipal, salimos
dirección Quintana de la Serena, y a un puñado de kilómetros, encontramos un
paraje que impresiona por su exuberante naturaleza, su paisaje adehesado,
poblado con centenarias encinas, hacen de él, icono de la dehesa extremeña.
Allí se encuentra el Santuario de la virgen de la Antigua, rodeado de una
extrema belleza, con tumbas antropomorfas, excavada en las rocas, un puente de
origen romano, con sus arcos y sillares, aunque fue reformado en época medieval, hoy en estado de abandono considerable,
emplazado sobre el cauce del río Ortigas, todo forman un conjunto bucólico, rodeando todo una
pequeña colina, asentamiento de Santuario, muestra que no es casualidad su
emplazamiento, no en vano, es palpable las muestras del paso de civilizaciones
por la zona, desde los restos ibéricos, a romanos, muestran la evidencias de su
presencia en el lugar.
Su origen actual, está datado en tiempos posteriores a La
Reconquista de la vecina Magacela, allá por el año 1300, periodo de gobierno
del rey Fernando III, fue el donante del territorio de partes de LA SERENA, a
la Orden de Alcántara.
De plata, la cruz florenzada de sinople, cantonada de cuatro bezantes de sable; en punta, dos vainas de haba de sinople, puestas en aspa. Al timbre corona real cerrada». Referencia: D.O.E./28 de diciembre de 1989/Número 102